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Ecatepec brinda ayuda humanitaria a migrante hondureño para regresar a su país; crean oficina de Asuntos Migratorios

  • Luego de viajar por al menos cuatro ciudades y trabajar un par de meses en San Luis Potosí, Marlon Antonio Romero Rivera llegó a Ecatepec, donde fue apoyado por la Coordinación de Asuntos Migratorios para regresar a su país

El tránsito y estadía del hondureño Marlon Antonio Romero Rivera por México no fue fácil. Como él mismo lo comenta, “en la vida nada es fácil”. Y es que desde su arribo a la frontera sur del país vivió el maltrato que día con día aqueja a los migrantes centroamericanos que pasan por la nación en busca del sueño norteamericano.

Marlon, como prefiere que le llamen, salió de Honduras el pasado 14 de marzo dejando a sus dos hijos, Marlon Isaías y Joseph Antonio, de 3 y un años de edad, respectivamente, así como a la mujer que lo crió, su abuela, y a la mujer que lo engendró, su madre, quien lo dejó bajo resguardo de doña María Elizabeth a los seis meses de edad.

Su objetivo, como lo comentó sin titubear, fue llegar al estado mexicano de San Luis Potosí para entregar a su hermano su partida de nacimiento y de ese modo sus sobrinos puedan ser registrados. Sin embargo, esta labor que pudo simplificar con un envío por correo lo llevó a vivir y sufrir hambre, sed y las inclemencias del clima, pero sobre todo y lo peor que experimentó fue el desprecio de sus connacionales y la discriminación de los mexicanos.

“En el camino te encuentras a gente buena, hay quienes te ayudan y otros que abusan de ti; por ejemplo, vas a la tienda y un agua que vale 7 u 8 pesos te la venden hasta en 12 pesos porque saben que tienes sed y que la necesitas, eso es un abuso”, reiteró mientras inclinaba la cabeza y frotaba sus manos.

El joven de 22 años partió de su país hasta Palenque, Chiapas, libró a la recién creada Guardia Nacional y logró montarse en la “Bestia”. La masa de frío acero lo transportó por Tierra Blanca y Coatzacoalcos, Veracruz; Querétaro hasta llegar a El Naranjo en San Luis Potosí, donde su hermano menor lo esperaba.

“De Chiapas y Veracruz viajé con algunos migrantes más, éramos 14 y en el camino se fueron quedando. A San Luis Potosí, luego de 16 días de viaje, llegamos cuatro y de ahí ellos siguieron”, recordó.

Con el afortunado encuentro con su hermano menor concluía su viaje, pero comenzaría a cosechar experiencias desagradables que lo hicieron buscar su regreso a Honduras.

“Cuando encontré a mi hermano me dio mucho gusto, hacia cinco años que no lo veía y me sentí muy bien, conocí a sus hijos y su esposa. Pero lamentablemente fue aquí cuando me di cuenta cómo era, pues una vez que le entregué sus documentos no quiso darme el dinero que gasté para llegar hasta donde él estaba, me dejó en la calle y tuve que trabajar o de lo contrario no sabía cómo regresarme”, expresó.

“Durante más de dos meses trabajé horneando bolillo, renté un cuarto muy chiquito que tenía un techo con goteras y al que le hice algunos trabajos de albañilería que el dueño nunca me pagó. Con las lluvias mis cosas se me mojaron por lo que le dije a quién me lo rentó que no seguiría ahí”, confesó. Sin embargó nunca recibió el pago del mantenimiento que le dio al inmueble ni le reembolsaron el deposito que realizó cuando alquiló lo que era un simple dormitorio.

Ante el abuso del jefe de la panadería en que trabajaba y la discriminación de sus compañeros, en días pasados decidió regresar a su patria.

Fue así que nuevamente montó los lomos de la bestia. Pese a que su intención era hacer algunas escalas para tomar la ruta hacia la frontera sur, en un descuido debido a que se quedó dormido notó que estaba en Tultitlan.

El domingo y gracias a la orientación de otros viajeros supo que Ecatepec cuenta con la Coordinación de Asuntos Migratorios. Fue gracias al auxilio de una oficial de Tránsito de ese municipio que Marlon llegó a la cabecera municipal, donde al exterior pasó la noche.

El pasado lunes el titular de la Coordinación de Asuntos Migratorios, Arturo López García, le ofreció al joven hondureño atención y orientación; además de traslado a las instalaciones del Instituto Nacional de Migración, ubicado en la colonia El Vergel, en la alcaldía de Iztapalapa, donde ingresó de manera voluntaria y donde quedó en espera para regresar de manera segura a su país.

Ecatepec cuenta con una oficina de atención a migrantes y actualmente se impulsa la creación de una casa para brindar apoyo a extranjeros que se encuentran en situación vulnerable.

“Sé que ya no pueden hacer más y hasta aquí queda su labor”, reconoció el joven hondureño, a la vez que agradeció la ayuda humanitaria que recibió.

Con un esbozo de sonrisa, Marlon confesó que no todo fue malo. De recuerdo conserva las llaves del departamento que arrendaba con un compañero de trabajo en San Luis Potosí, quien se las dejo por si algún día decide regresar. “Sí regresaría a ver a mi amistad,” concluyó.